viernes, 12 de abril de 2013

rostro de JESÚS

 La Imagen de Cristo como “Pantocrátor
La palabra “Pantocrator” significa en griego “Todopoderoso”. La representación de Jesucristo como “Pantocrator” trata de resumir en una sola figura al Salvador y al Creador. Cristo como origen, fin y juez supremo de la historia y del mundo. Es típica en las bóvedas y en las cúpulas de las iglesias en forma de grandes frescos o de enormes mosaicos.

Cristo en la cruz en majestad
Es una forma típica de representar a Cristo en los siglos XII y XIII. No se pretende realismo en la expresión de la figura de Cristo. Su cuerpo y situación se reduce a los rasgos fundamentales:
  • Se le representa vestido con una túnica
  • La corona de espinas no aparece
  • Se deja claro que el sufrimiento de Jesús es un sufrimiento redentor y que está por encima del sufrimiento del hombre corriente.
  • Se deja claro también que el cuerpo de Cristo no ha conocido la corrupción del sepulcro ni tiene, ahora, una vez resucitado, los rasgos del dolor y de la muerte.
La Imagen de Cristo al final de la Edad Media
En el siglo XIII el pensamiento occidental experimenta un profundo cambio de orientación. La espiritualidad de san Francisco atraviesa toda esta época, ayudando al hombre a situarse en la naturaleza y haciendo de ella el lugar donde el hombre podía realizarse como persona y como hijo de Dios.
San Francisco vivió entre 1181 a 1226, pero su influencia duró mucho tiempo. Fue él quien en 1223 inventó el “nacimiento”, representando con personas el portal de Belén, que luego se convertirá en una costumbre familiar.
La mentalidad de la gente va cambiando. El pueblo, que anteriormente necesitó ver en Cristo al Dios supremo, inaccesible en su infinita majestad, ahora lo ve como el dulce maestro que inspira la paz.
El Cristo románico, crucificado pero vestido con preciosa túnica, coronado como rey, y reflejando en su rostro la paz y la serenidad de un triunfo eterno, deja paso a los crucificados que mueven a compasión a quienes lo contemplan.
La Imagen de Jesús en el renacimiento
La imagen de Jesucristo sufre el impacto propio del humanismo del Renacimiento. La Roma entera se levanta de sus cenizas y se transforma en la capital de la cultura occidental, intentando una nueva y curiosa simbiosis espiritual entre el antiguo paganismo grecorromano y el cristianismo. La belleza parece querer encubrir la tragedia de la vida. El hombre, que pasa a ocupar el centro de la historia, parece un Dios, más por la inspiración del arte que por la gracia del Espíritu Santo.
La Imagen de Jesús en el Barroco
La reacción contra la forma de representar a Cristo en el Renacimiento no se dejó esperar. La Reforma protestante, convencida de la corrupción radical de la naturaleza, vació sus iglesias de la presencia demasiada humana de Cristo. La Contrarreforma católica, especialmente en España, potenció la presencia de la religión en las calles mediante procesiones y representaciones teatrales, procurando la síntesis entre humanismo y fe. Tal vez la obra de El Greco sea uno de los mejores exponentes de este esfuerzo espiritualizador. El Cristo de “El Expolio” (foto de la izquierda) destaca una presencia humana contundente y llena de dignidad en un mundo hostil, deshumanizado y deshumanizador. El rostro de Cristo, en sus ojos, vemos el alma en medio de desalmados: la luz indica la presencia del Espíritu; la mirada es la del hombre elevándose hacia Dios.

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